Dar sin recibir nada a cambio biblia

Dar sin recibir nada a cambio biblia

Lucas 6:35

Todo el mundo necesita a veces un poco de ayuda. Después de todo, nadie está destinado a ir solo por la vida. Para los cristianos, ahí es donde entra en juego, en primer lugar, Dios: siempre está a tu lado. Pero después de Dios, vienes tú. Estos versículos bíblicos animan a ayudar a los demás, porque si la vida te ha dado bendiciones, es importante compartirlas con tu comunidad. Para algunas personas, eso podría significar ser voluntario en una organización benéfica local o donar a una buena causa. Para otros, compartir las bendiciones puede ser tan simple como tener una conversación edificante con alguien o prestar apoyo emocional a un amigo que está pasando por un momento difícil.Estos pasajes bíblicos recuerdan a los seguidores de Dios que una forma crucial de demostrar su amor por el Señor es actuar aquí en la Tierra y echar una mano. Llevar el amor del Señor a tu comunidad es un acto poderoso. Puede que no siempre sea fácil, pero como persona de fe, Dios te llama a servir a los demás y llevarles su luz. En muchos sentidos, el acto de ser caritativo es una recompensa en sí mismo, pero muchos de estos versículos señalan que Dios recompensará tus esfuerzos por compartir sus bendiciones.

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Incluso los seres humanos más egoístas prestarán a quienes puedan devolverles el dinero.    Por eso, Jesús imploró a sus discípulos que ejercieran un auténtico desinterés; que dieran libremente, sin esperar nada a cambio.    Todos los que anhelan alcanzar la verdadera piedad, también deben esforzarse por practicar el arte de dar con sacrificio.
Hace algún tiempo, mientras me preparaba para salir del gimnasio, un conocido se me acercó y me pidió prestados diez dólares.    Después de recibir el dinero, insistió repetidamente en que me lo devolvería.    Usando esta escritura como guía, le informé que el dinero no era mío; era de Dios.    Así que no exigí, ni deseé, ninguna forma de devolución.    Al final entendió que el dinero no era un préstamo, sino un regalo.    Cuando nos separamos, las bendiciones de la obediencia llenaron mi corazón de alegría.
El Señor anhela que sus discípulos destaquen, que brillen, que sean más cariñosos y más caritativos que las masas mundanas.    Dar sin esperar recompensa es sólo una de las muchas características de la fe genuina.    Ya sea que un extraño pida cambio, o que un miembro de la familia necesite ayuda financiera, debemos dar libremente, cuando podamos, para cumplir los deseos de Dios.    Que sigamos abrazando la caridad divina, dando sin restricciones, para que, a través de la obediencia sincera, también nosotros podamos recibir la recompensa eterna.

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Jesús había sido invitado a cenar en casa de un importante fariseo.1 El Maestro utiliza la imagen de un banquete para subrayar nuestras responsabilidades sociales. En esta ocasión, Jesús dijo a su anfitrión: Cuando des una comida o una cena, no pidas a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos, por miedo a que te devuelvan tu cortesía invitándote a ti a cambio. Jesús le dice a quién debe invitar: a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos… Este es el criterio de la lista de invitados del Señor: Que no puedan devolverte el dinero significa que eres afortunado, porque te lo devolverán cuando los virtuosos resuciten.2
Bien sabemos que los amigos, parientes y conocidos ricos responderán a nuestras invitaciones con las suyas propias. La inversión da frutos inmediatos. Esto puede ser, por supuesto, una forma recta de comportarse, especialmente cuando nuestro objetivo es construir amistades, aumentar nuestro apostolado, fortalecer los lazos familiares, etc… Sin embargo, en sí mismo es un modo de comportamiento puramente humano. Los paganos actúan de una manera no muy diferente. El Señor enseñó en otra ocasión Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque incluso los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.3 La caridad cristiana va mucho más allá de la simple caridad humana. El cristiano da por amor a Dios sin esperar nada a cambio. Los pobres y los enfermos no tienen nada con qué pagarte. Este es el modo de ver a Cristo en los demás. La imagen del banquete no se refiere exclusivamente a los bienes materiales. Incluye todo lo que una persona puede ofrecer a otra: respeto, alegría, optimismo, compañía, atención…

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Hay un dicho en este mundo que dice: «Tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya». Lo que quiere decir es que si tú haces algo por mí yo haré igualmente algo por ti. Se trata de recibir a cambio lo que das a los demás. Esto es parte de la sabiduría de este mundo, pero no es la sabiduría de Dios como vemos en esta escritura.
La mayoría de la gente conoce la escritura comúnmente llamada la Regla de Oro. Dice que debes: «Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti». A menudo esto se lee erróneamente como que al hacer a los demás puedes esperar recibir el bien tú mismo.
Aunque esto puede ocurrir, no debería ser una expectativa. Si vuelves a leer la Regla de Oro, no dice que vayas a recibir nada a cambio. Lo que dice es cómo debe ser tu actitud y tu comportamiento. Tienes que tener la actitud de tratar a la gente como te gustaría que te trataran a ti, tanto si recibes algo a cambio como si no.
Cuando una persona hace algo por otra con la expectativa de recibir algo a cambio (es decir, tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya), entonces la recepción de lo que sea a cambio es su pago y justa recompensa por hacer lo que hizo. Y ahí se acaba el asunto.

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